martes, 7 de octubre de 2008

CARTA ABIERTA A UN EMIGRANTE PESCOZANO.


Cuando el recuerdo aflora para añorar el tiempo perdido, cuando la niñez invade el corazón, cuando los dias lejanos die la juventud reverdecen los campos de la memoria, el camino de vuelta es un deseo de reencuentros con las vivencias de los dias lejanos.

Dejaste tu pueblo buscando el pan de cada dia y en estas calles, ahora silenciosas, quedaron tus juegos de niño, tus correrias por San Anton, tus trajes de domingo en los San Marcos, tu entusiasmo adolescente en las machorritas o tu primera ilusión amorosa en el algun antiguo baile de carnaval.

Yo se, pescozano, que añoras a tu pueblo, que desde esa escenificacion cotidiana del ruido, de la prisa, de la indiferencia; desde esa apologia de la barbarie, donde las almas y los corazones se convierten en piedras del olvido, añoras estas calles íntimas de Pescueza, donde los tejados brillan a la timida luz del dia en las primeras lluvias otoñales, los recorridos en solitario por las callejas del pueblo, los paseos por la pizarra antigua del Barrio Viejo, o las bajadas por el Canchalón a los entornos fluviales de la familiar Aceña de Tio Amancio mientras recibes en tu piel el tacto suave de la brisa del río acercándote olores y rumores del campo de tu tierra.

Las calles, las ventanas y los postigos de la esperanza de tu pueblo se abren de par en par en el camino de tu regreso. Aqui encontrarás la palabra abierta de tu gente de siempre, el encuentro cálido con los entornos de tus vivencias infantiles, la caricia de un pueblo que te hara retornar a las ilusiones de antaño.

Ven a alimentar tu sangre, tu alma y tu vida con la sabia pura y familiar de tus raices, donde alimentaron de historia sus retoños las viejas ramas de tus antepasados.

Con la esperanza de tu vuelta, un sonoro y colectivo abrazo desde tu Pescueza de siempre.

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