Gritos sin luz
llenos de oscuras voces
o gotas de tinieblas
que nos mojan la sangre
de penumbras.
Esquinas esparcidas,
donde espera, sin voz, la indiferencia.
Cuerpos sin almas
como olvidos andantes
que se cruzan lejanos,
cada uno en su silencio
sepultado.
Multitud solitaria, como rios
de carne amarga y viva:
materia putrefacta
donde el amor es (nada sobre el mundo.
Sin miradas. Sin moradas ni abrazos)
el oscuro cadaver del asfalto.
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