lunes, 5 de abril de 2010

EL VALOR DE LA AMABILIDAD


Sólo porque sí, con honesto espíritu transgresor, levántate una mañana con el propósito de sonreír, de dar las gracias, de ser solícito

Sólo porque sí, eleva tu mano para saludar al vecino de enfrente

Sólo porque sí, prométete repetir “muchas gracias” cuando sea oportuno, aunque no absolutamente necesario o apresúrate a agacharte cuando a alguien se le cae el diario en la estación del tren o en la calle

Sorprenderás a muchos a lo largo de tu recorrido diario en el kiosco en el que retiras tu infaltable diario, en la oficina, en el bar del cafe a media mañana, en tu casa, a tu esposa.Quizá de entre todos ellos contagies a algunos, se encojan de hombros muchos, y generes en los restantes que se hayan dado cuenta, un interrogante firme sobre las posibilidades de que hayas ganado la lotería o seas un extraterrestre.

Es obvio que crece rápida y constantemente la agresión entre los hombres. En un choque, más que preguntar cómo se siente el hombre a quien hemos o nos ha embestido, nos bajamos del coche denostándolo, reclamándole, como vil modo de apabullarlo para que pague el siniestro. En una reunión de trabajo, desvalorizamos de modo pseudo afectuoso, acompañado de una palmadita, al compañero que realizó una tarea que puede llamar la grata atención de un jefe

Salir a la palestra, aunque suene a Quijote, con el escudo de la amabilidad nunca servil y la lanza de las buenas intenciones, desconcertará a muchos, molestará a otros, pero sin duda resultará divertido para quienes lo implementamos, y tal vez, alguno se pliegue al intento, aunque muchos sigan prefiriendo el perfil de Sancho Panza

Sólo porque sí, estos tiernos gestos de valoración hacia el prójimo, tal vez sean vehículo de mínimos cambios entre gente de bien como usted o como yo, que estamos sorprendidos, preocupados e impotentes ante la agresión, la indiferencia; el autismo social..

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