(Leída en Radio Montehermoso, durante el homenaje ofrecido a Ángel Martín Sanchez "Angelete" el viernes, día 30 de octubre de 2009)
Querido Ángel, o mejor, si me permites, querido Angelete, como, de forma simpática y cariñosa te llamaron siempre tus conocidos, paisanos y amigos.
Tu infancia no fue demasiado feliz; la precariedad económica de la familia, el desastre de la Guerra Civil y los duros años de la posguerra, ensombrecieron tu niñez y tu primera juventud; quizá, también, esas duras circunstancias, te ayudaron para formar tu personalidad de luchador incansable en tu vida posterior.
Las ideas políticas de tu padre, Demetrio Martín, convencido socialista, en aquellos años terribles, de odios y venganzas, trajeron como consecuencia detenciones y represalias que agravaron enormemente la situación familiar.
La angustiosa enfermedad (tuberculosis) de tu madre Sofía Sanchez, y los encarcelamientos domiciliarios por causas políticas de tu padre, te llevaron, siendo todavía niño (con once años) , coincidiendo con el de inicio de la Guerra Civil, a la responsabilidad de hacerte cargo de tus queridos hermanos, Juana, de seis años e Isidoro de dos (mas tarde vendría otra hermana, Carmen)
Sin embargo, tu afán de saber y de adquirir cultura te hizo sacar fuerzas y tiempo de las duras tareas del campo (niño yuntero), para asistir a la escuela del pueblo, a las clases de aquel maestro entrañable llamado Don Emilio, del que tu tantas veces nos hablas; aquel maestro que te dejaba llevarte a casa aquellos libros de poesías de Gabriel y Galán que tanto te gustaban y que leías y asimilabas con tanto entusiasmo. De esa forma, los populares versos del poeta, quedaron grabados para siempre en tu memoria, para recitarlos con esa elegancia rustica y esa gracia rural que solo tu tienes y que solo tu sabes interpretar.
Al poco tiempo, la perdida dolorosa de aquella madre enferma, marco una huella triste en tu corazón y una sombra oscura de dolor en tu infantil amor de hijo..
Los años pasaron, y la vitalidad de tu juventud marcó las primeras y grandes ilusiones de tu vida. Tus ojos se clavaron en aquella tímida mocita humilde y morena del pueblo, Daniela. Te enamoraste, os enamorasteis. Vuestro amor no buscaba intereses económicos, los dos erais de familia muy pobre, pero el cariño, el apoyo y la ayuda mutua que os habéis profesado durante cincuenta y nueve años de matrimonio, han hecho posible la superación de todas las dificultades. Os casasteis y tuvisteis tres hijos: Sofía, Ángel y Teodora, tres hijos que supieron estar siempre con vosotros, en las alegrías, en las penas, en el calor familiar y en las duras tareas agrícolas.
El trabajo en el campo era duro y necesario para sacar adelante a la familia. La inseguridad laboral, te llevo a buscar medios de vida en diferentes sitios, pero en tu mente, siempre estaba tu querido pueblo, Pescueza y a el regresaste definitivamente.
Por fin, llego algún leve alivio a la economía familiar con el cambio político, los años de bonanza económica y el sector ganadero, ese sector ganadero donde te gustaba y te gusta desenvolverte. El arte del trato en las ferias era tu punto fuerte y en todas ellas era conocido y admirado Angelete.
De vez en cuando siempre surgía y surge algún acontecimiento o momento oportuno para recitar esos populares y conocidos poemas de Gabriel y Galán.
Hoy, en la cima de tu vida, a tus ochenta y cuatro años, después de una existencia dura, luchadora, injusta a veces, pero también feliz y generosa otras, queremos expresarte nuestro agradecimiento y nuestro homenaje. ¡Enhorabuena, Angelete!
3 comentarios:
Vida dura y sencilla la de Angelete, como la de otras tantas personas que pasaron por los mismos sufrimientos, y que por ello han edificado y consolidado lo mejor que puede tener un país:La dignidad de sus ciudadanos.
Un abrazo.
Pa que luego digan que no hay ejemplos de dignidad, humanidad, coraje y fuerza.
Hermoso y emotivo tu post.
Por que haya muchos "Angeletes" en nuestras vidas ... de los que debemos aprender y a los que tenemos que escuchar.
Abrazos y mis felicitaciones. Nieves.
Me lo estuvo contando personalmente el domingo desde la emoción que transmitían sus ojos brillantes. Me hizo sentirme orgulloso de tener un paisano así, que va derramando "pescozanía" por donde va. Es envidiable la memoria que tiene y la frescura de mente que ha forjado a base de lo que le ha ido deparando la vida. Me recuerda mucho a su padre, tío Demetrio, con el que podías estar toda una mañana aprendiendo de sus propias vivencias e intercambiando opiniones e ideas con una clarividencia digna de una persona muy bien formada. Tío Ángel es de esas personas entrañables que te trasmiten lo que tienen desde la esencia de su propia vida, labrada desde la dureza y el esfuerzo. Ahora disfruta de una joven vejez que nos enriquece y nos enorgullece a todos. Ojalá dure mucho tiempo.
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