lunes, 14 de septiembre de 2009

PESCOZANÍA


Desde esta ventana virtual que nos abre cada semana nuestro querido amigo Paco Martin en su 5x1, elevo al aire la voluntad de futuro de un pueblo que puede ser la de todos los pueblos de Extremadura, pero que, en este caso, es la del pequeño y sencillo pueblo donde vivo y trabajo, Pescueza. Pescozanía, es la forma de ser de un pueblo, es el entusiasmo donde palpitan los deseos de supervivencia de este pequeño colectivo rural, pero que es el ejemplo del gran colectivo rural de Extremadura.

El pueblo es un silencio rumoroso en estos amaneceres de septiembre. Atras quedaron, bajo el eco sonoro del recuerdo, las cálidas fiestas de agosto, la espectante y atiborrada plaza del Álamo en la noche del teatro, la alegre y concurrida Plaza Mayor en el Tálamo, la estampa rural, de antiguo sabor, en la representacion popular del casorio, el jolgorio infantil en la fiesta de la espuma, el agrupado entusiasmo mañanero en la ruta a la Aceña de Tio Amancio, el colorido deportivo en la fiesta de la bicicleta. Los abrazos. Los reencuentros. Las despedidas...

La vida sencilla de este pequeño pueblo vuelve a su cauce cotidiano; pero algo importante queda flotando en el silencio de las calles. Todos estos motivos de encuentro, todas estas campanadas de entusiasmo colectivo, aumentan el amor por este pueblo y nos redoblan las ilusiones para construir proyectos de futuro que hagan un mañana distinto y mejor.

Este pueblo tiene el entusiasmo de su gente, pero necesita la ayuda de los poderes públicos de ámbito superior. Esos poderes que gestionan nuestra voluntad y nuestro dinero, no siempre de forma adecuada. Esos poderes tienen que dar respuesta suficiente a este entusiasmo, a esta exigencia colectiva y hacer realidad un mañana de pan y cultura para los hombres y mujeres de esta Extremadura rural, origen y raíz de nuestra historia.

Los acontecimientos festivos y culturales de este pueblo, que siembran el amor y el entusiasmo en los corazones de sus hijos, serán las semillas de esperanza que alcancen, en la sementera del mañana, la abundante y próspera cosecha, bajo la luz limpia y clara de un nuevo amanecer.

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